La socialización de las emociones en la familia

Los cambios evolutivos en el sistema emocional se deben entender en estrecha interacción con el resto de procesos en el desarrollo: el desarrollo cognitivo, el desarrollo biológico (maduración del cerebro y del sistema nervioso), el desarrollo motor y del lenguaje, el desarrollo del apego, así como el contexto y las interacciones sociales.

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La socialización de las emociones en el marco familiar determina buena parte de las diferencias individuales y su influencia se ejerce mediante tres vías:

  • La exposición del niño a diferentes emociones y a diferentes intensidades emocionales.
  • La enseñanza indirecta que los padres realizan en el contexto del apego.
  • La enseñanza directa que realizan los padres (educación emocional).

Expresión emocional en la familia

El contexto familiar interviene indirectamente en el desarrollo emocional al proporcionar y regular las oportunidades para experimentar y compartir emociones.

Cuando la frecuencia de expresividad positiva es elevada, los niños muestran una mayor capacidad de autocalmarse, altos niveles de respuesta a la necesidad de los otros, competencia social y aceptación por parte de los padres. Por el contrario, los niveles altos de tristeza y cólera en la familia se asocian con afecto negativo, agresión, distanciamiento emocional, escasa capacidad empática, y dificultades para comprender y regular las emociones. Conviene resaltar que estos resultados vienen referidos a valores elevados de tristeza y cólera, no a exposiciones esporádicas. De hecho, si el niño ve a sus padres expresar tristeza y sobrellevarla, disentir y resolver sus diferencias de manera pacífica, aprenderá una valiosa lección sobre la resolución de conflictos y sobre el poder de los lazos afectivos.

El apego

El apego es el vínculo afectivo más fuerte que siente el ser humano hacia otros semejantes, produciendo placer cuando se llevan a cabo interacciones y buscando la cercanía de la persona con la que se siente apego en momentos de ansiedad e inseguridad. Por tanto, dicho vínculo responde a una de las necesidades básicas y fundamentales que experimenta el ser humano: la necesidad crucial de sentirse seguro, protegido y ayudado.

En los primeros meses de vida la respuesta emocional está supeditada a la respuesta de la figura de apego y, posteriormente, a las expectativas sobre la conducta de los cuidadores:

  • En las primeras semanas el bebé acepta a cualquier persona que le proporcione comodidad.
  • En los meses posteriores su vínculo afectivo con la madre se hace muy fuerte, y muestra ansiedad en su ausencia.
  • Entre los 18 y 24 meses el niño entiende que la ausencia de la madre no es definitiva y logra calmar la ansiedad.
  • La figura de apego actúa como reguladora del afecto: los niños se dan cuenta que la expresión de miedo, tristeza o cólera resulta útil para alertar a los padres en los momentos de estrés.

Los padres sensitivos, además, promueven un factor clave en la regulación: la percepción infantil de eficacia en la modulación de sus estados afectivos; los niños descubren que los estados emocionales pueden cambiarse. La sensación de seguridad potencia la progresiva habilidad para tolerar temporalmente los afectos negativos en las situaciones frustrantes y amenazantes. Por el contrario, la falta de sensibilidad y la inconsistencia de la respuesta del cuidador genera impulsividad e indefensión.

La educación emocional

Es la instrucción directa de los padres con la intención de enseñar al niño las reglas de expresión y estrategias de regulación emocional. En cuanto a la práctica que llevan a cabo los padres, pueden considerarse dos dimensiones: la aceptación/evitación de las emociones infantiles por parte de los padres y el grado en que ofrecen soporte para afrontar el problema y la emoción.

Entre las estrategias parentales negativas se incluyen minimizar y castigar la expresión emocional, que implica diferentes niveles de evitación, y el laissez faire, aceptación pasiva de la expresión emocional del niño. A continuación analizamos estos patrones de educación emocional:

Minimización-evitación

Consiste en ignorar o quitar importancia a los sentimientos infantiles, tratándolos como triviales o negando el problema, con el bienintencionado objetivo de eliminar rápidamente la emoción del niño.

Los padres que utilizan este sistema creen que las emociones negativas son nocivas o peligrosas y que centrarse en ellas empeora la situación y genera ansiedad. Lo hacen con el fin de proteger a sus hijos, pero en realidad pierden muy buenas oportunidades para hablar con los niños sobre sus sentimientos. Los padres que aceptan las emociones de sus hijos, les ayudan a hablar sobre ellas, les ofrecen apoyo afectivo, y les ayudan a explorar estrategias para afrontar el problema o la emoción, contribuyen decididamente a la competencia emocional de sus hijos.

Evitación-castigo

Relacionada con la anterior, la amenaza, el castigo o la burla ante la expresión de emociones en los niños es un tipo de evitación más negativa.

Los padres que utilizan esta práctica consideran que las emociones de sus hijos son intentos de llamar la atención y  de manipulación por lo que responden con la evitación, la crítica o el castigo. Piensan que estas emociones deben de ser controladas ya que reflejan mal carácter o debilidad. Para Gottman, los padres que utilizan esta práctica denotan que tienen dificultades para controlar sus propias emociones y miedo a perder el control.

Laissez faire (dejar hacer)

En esta práctica, los padres aceptan incondicionalmente la expresión afectiva de sus hijos, pero creen que hay poco o nada que hacer con las emociones negativas, salvo liberarlas. No saben cómo ayudar a sus hijos a afrontarlas. No les ofrecen una guía en su conducta, no les enseñan estrategias para resolver o hacer frente al problema y a las emociones, ni marcan límites de la manifestación conductual de las emociones. Así, un niño que esté encolerizado se vuelve agresivo, mientras que un niño triste llora sin consuelo. Estos niños no aprenden a regular sus emociones por lo que tienen problemas de concentración y poca motivación.

Educación emocional

Esta práctica incluye el reconocer las emociones de los niños y empatizar con ellos, ayudar a identificar y nombrar las emociones que están sintiendo, poner límites y enseñar formas válidas de expresión. Son padres que se caracterizan por mostrar una conciencia muy alta de sus propios estados afectivos y de las personas que le rodean.

Al contrario que en las otras prácticas, consideran que las emociones negativas son muy útiles para intentar intimar con el niño y explicarle por lo que esta pasando. La clave es pensar que los niños, como todos los demás, tienen razones para sus emociones. Ponerse en la perspectiva del niño, hablar sobre su emoción, y validarla (es normal que te sientas así…) permite regular la tristeza para buscar un modo de afrontar el problema, al tiempo que se establecen ciertos límites de actuación.

 

 

 

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